martes, 28 de abril de 2009

Mañanas de resaca

Me encantan las mañanas de resaca. No me gusta la resaca en sí, es más, la odio. Pero sí el ambiente que se respira alrededor mía. No sé si todo se mueve más lento, o mis percepciones motoras están mermadas, o su puta madre en vinagre, pero me encantan las mañanas de resaca. Todo tiene un color ocre, a lo filtro de photoshop. Todo es más tranquilo, más apaciguado.
En especial, me gustan las mañanas de resaca en la playa. La gente pasea sin preocupaciones, los niños juegan en la arena, los amigos echamos unas cartas, tranquilamente, a la sombra de las palmeras, donde por decreto de una urbanización es "ilegal" sentarse. Los ancianos... bueno, los ancianos siguen haciendo lo mismo. Nada cambia su rutina, ni siquiera una mañana de resaca. Me pregunto si dentro de 60 años, las resacas cambiarán mis mañanas.

No, no tengo resaca, ni siquiera es por la mañana, de hecho, ya ha anochecido. Tampoco sé por que me ha venido este pensamiento, pero tenía ganas de escribir. Hacía tiempo que no lo hacía.

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